Back from Malmö, Sweden, where life is full of surprises and another Social Forum is over.
Otra cosa no tendrá esta mierda de pueblico facha, pero como en Salamanca no se come en ninguna otra ciudad de Europa, cojones.
Esto está empíricamente comprobado, y punto.
Vale que es un pueblo, vale que son fachas, vale que hay más conventos por habitante que en cualquier comarca al norte o al sur, que la endogamia y la parafernalia universitarias llegan al borde de lo insoportable cuando pasas aquí más de tres semanas seguidas... Vale incluso que es toda rosa. Salamanca es conocida por sus cerdos, pero a Dios pongo por testigo: si te los comes, ya no te van a importar.
He descendido del tren en Alamedilla, y el olor a carnaza braseada ha podido conmigo. Dos semanas después, he vuelto al hogar. Las patatas orgánicas con salsa de espinaca de comercio justo à la suédoise no están mal, por probar cosas exóticas, pero al tercer día en Suecia ya no puede una más... me he metido pal cuerpo un plato combinado de pluma con su guarnición y un huevo frito.
Ea. He cenado una barbaridad por nueve euros. A las 12 de la noche, encima. Y todavía estaba el restaurante lleno. Y no hace frío. Y la gente sabe improvisar.
Y como a alguien se le ocurra decir delante de mí que Salamanca es un puto pueblo lleno de fachas, se las va a tener que ver conmigo en el Patio Chico mientras le hago tragar por las orejas una ración de costillas, por el culo un solomillo y le saco las criadillas a mordiscos.
Tuesday, September 23, 2008
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