Sunday, October 21, 2007

Al alba

No es Granada. Soy yo.

Es Granada. No soy yo.

Descendí del autobús del aeropuerto con lentitud, saboreando el olor, sonriéndole a un póster que anuncia el concierto de un mítico cantautor de la época de mi madre.

Más abajo, un susto, el nombre del telonero. Joven. Granadino.

Guess who? My heart missed a beat.

Da gusto ver que la gente mejora, avanza. En la confusión del momento le envié un mensaje.

Pensé que Anita se reiría de mí; no fue así. Contestó, quite simply, que ya tenía entradas para ir con sus amigas.

Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son éstas
que hieren como amenazas
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.


Le digo a mi director de tesis que se venga al concierto. No puede. Hablamos de Salvador y de Daniel Brühl. Y de Vaya con Dios, la peli.

Pasamos horas planeando mi tesis y cómo avanzar el proyecto de innovación docente del grupo de investigación.

Luego disfruto del tiempo con mis granaínos. Marci, el filósofo, me cuenta el nihilismo. Pero yo no soy de eso, lovely people. Yo soy de esta otra forma que os voy a explicar.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

En la puerta del concierto, Marinieves. Me dice que es amiga de la novia del telonero. Pregunto. Llevan un mes o dos. Yo, confieso, le conocí una noche de abril en Salamanca. Marinieves se pone seria. Nunca te fíes de un hombre con guitarra.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Gracias, productores y familia. Una canción. Dos. Basta.

Y en un párrafo que se me hizo eterno insistió en agradecer especialmente a los que venían de más lejos. Explicó, si no equivoco del todo sus palabras, que cuando estás de gira, en momentos de transición, a veces se conoce a gente que te llega dentro. Gente a la que te gustaría conocer más, que podría ser importante en otro tiempo y otro espacio. Pero sólo tienes una noche, al otro lado de una barra. Sólo tienes unas horas que alargas hasta el alba.

Repitió luego, varias veces, que en momentos como ése se hace difícil irse de aquella ciudad. Que te entran ganas de quedarte a vivir.

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas,
no te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza,
maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.

A la salida, besé a Marinieves y a una novia preocupada.

Les deseé a las dos, en general, apretándoles la mano, que les fuese muy bien en todo.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Le digo a Anita que nos vamos rápido. Que es lo que hay. Que estoy feliz de haber compartido tanto en tan poco. A ella se le ocurre que el peligro es inversamente proporcional a los metros que recorremos mientras le explico mi filosofía de vida.

- No todo el mundo es como tú, M.

Y los dos mensajes que me llegan son de mi compañera de piso.

4 comments:

Anonymous said...

Supongo que la historia tiene que ver con un microfono..ya sabes de q hablo no?
Eva

Anonymous said...

Hola cariño, sí, tiene que ver con un micrófono.

Siento haber tardado tanto en contestar, estoy desconectada del universo webero, en un edificio diferente.

Estoy bien, y volveré en cuanto me lo permitan.
Un beso,
M.

Anonymous said...

Lack of Internet notwithstanding, gracias sobre todo por las visitas y las llamadas. Los bombones y flores no eran necesarios, pero le arrancan una sonrisa y eso no tiene precio.

No, no soy una maleducada. Estoy agotada de dormir en una silla, es todo.

Símplemente, he madurado en una semana más que en los últimos 10 años.

Ciertas pajas mentales empiezan a parecerme demasiado irrisorias.

Os quiero.
M.

Anonymous said...

La caque sent toujours le hareng