Wednesday, October 10, 2007

Una experiencia religiosa

A veces los alumnos se piensan que eres el Oráculo.

Vienen a que les resuelvas una vida que no saben encauzar.

O cuentan cosas demasiado personales en la primera clase de interpretación, como si fuese aquello un teatro.

Yo intento que se suelten, no les paro. Eso ponía en mi libro de oratoria de primero ;-) Les digo que no se asusten, que pasa lo mismo cada año.

La gente, cuando se expresa en público por primera vez, regurgita cualquier cosa. Normalmente, aquello que les preocupa.

Como yo aquí, en mi blog.

Hay un tiempo y un registro para cada cosa. Eso lo aprenderán luego.

En mayo interpretarán con seriedad y mucho protocolo a un parlamentario sueco. Sabrán mirar a una cámara, organizar sus gestos, mantener el tono, moldear la estructura de su discurso e incluso convencer a sus compañeros de lo importante que es reciclar, o defender con vehemencia todo lo contrario.

Sabrán darse cuenta de lo que quiere realmente el orador, de lo que no dice. Los de sobresaliente leerán entre líneas a la velocidad del pedo. Si la ocasión lo requiere, podrán mejorar el discurso original.

Pero hoy, por el momento, han improvisado en su propia lengua. Y una chica nos ha acabado contando una experiencia psiquiátrica que nadie hubiese compartido ni con su propia madre.

Es un reto, en cierta forma, que vuelva a subirse al caballo sin sentirse mal.

Podría haberle dicho que estar como una puta cabra hace tener más empatía. Ayuda con la escucha atenta y a ponerse en la piel del orador. El "clic" en simultánea le llegará antes.

Pero es demasiado pronto para hablar de eso. No lo entenderían del todo. No están cómodos ante un público. No se respetan a ellos mismos.

Y esa ya no es mi labor.

Con conseguir respetarme a mí misma ya tengo bastante ;-)

Ayer fui a una conferencia à la fac de Geografía que me dejó tonta, tonta.

Me subió la moral hasta niveles inmemoriables. Fue una gran inspiración.

Charla-debate: Los procesos revolucionarios en América Latina 40 años después del Che. Ponente: Manuel Monereo (miembro de la Comisión Permanente Federal de Izquierda Unida).

No dijeron nada nuevo, nada que yo no supiera desde 2003. Pero era una sala de grados llena de gente que pensaba, más o menos, como yo, más o menos, también. Profes de la usal, alumnos. Cada uno de ellos y ellas sin maquillar.

Lo primero que dijo el orador fue: hola a todas y todos.

Allí hablaba el que quería y a destiempo. Aquello era fabuloso. Un brainstorming altermundialista. ¡En Salamanca!

Por fin, joder.

2 comments:

Anonymous said...

Hola M.

Jo M., parece mentira, con lo que dominas los idiomas y que me salgas con éstas.

Dividir "todos y todas" o "todas y todos" no sólo es un error gramatical como una casa, sabiendo que el masculino plural es neutro, sino que supone (en mi humilde opinión) conseguir lo contrario de lo que se proponen.

Dicen "todas y todos" o "ciudadanos y ciudadanas" de forma políticamente correcta y para quedar bien, como diciendo "todos somos iguales". Y lo único que logran es lo contrario, dejar claro que todavía hay distinciones.

Un beso, D.

Anonymous said...

Veo lo que quieres decir, D., pero no lo comparto en este caso.

En Edimburgo sí que lo compartía, debo decir.

En Salamanca estamos, me temo, en un paso anterior.

Estamos a veinte años de lo que tú nos hablas. Es una sociedad de hombres que, para algunas cosas, sigue igual que hace siglos.

Por eso, en mi opinión, todavía hay que forzarlo un poco.

Todo llegará.

Gracias por tu comentario. Agradezco las críticas.

Besitos,

M.