Ya sé que la que pidió un poco más de ritmo en su propia vida fui yo.
Ya sé que maduramos a la velocidad del pedo.
Ya sé que la que se empeña en seguir avanzando soy yo.
Que nunca me rindo y soy una pesada de cojones.
Que vivimos todos al borde del precipicio, haciendo malabares.
Pero al cumplir 29, el 29, no puedo evitar ahogarme en el caos y que me asuste el vértigo. Como si me hubiesen quitado la barandilla y cada pasito fuese un centímetro menos en la carrera. Y, el final, nos lo sabemos al dedillo.
No, no me asusta hacerme vieja, ni las arrugas, ni todo lo que me queda por hacer, ni poner pañales o no ponerlos nunca, ni la muerte.
Me asusta dar un mal paso, caerme y, sin darme cuenta, dejar de ser feliz.
Nos vamos C. and co. a ver Caótica Ana. A lo mejor resulta ser un buen momento.
M.
Friday, September 28, 2007
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